Algo que provoca bastantes dudas en los padres actuales es el tema de la "Invasión a la privacidad", sobre todo en una época donde los chicos cuentas con artículos personales que según ellos, deben mantener solo para su uso exclusivo y nadie debería intrometerse.
Debemos de comenzar a entender el ¿Por qué? esto se presta a un gran debate, ya que los chicos argumentan que se atenta contra su intimidad y se viola su derecho a la privacidad, cosa que en primera instancia tiene mucha lógica y razón: sin embargo nunca debemos olvidar la función principal de los padres la cual es proteger y educar, y si en determinado momento se debe de tener una conducta de vigilancia, pues debe de hacerse.
La aparición de las computadoras, las tablests y los telefonos celulares ha modificado lo que los chicos ven y escuchan, ya que el internet no posee un control sobre sus contenidos y es ahí donde debemos poner atención. Para los chicos el "Internet" parece ser solo un medio para entretenerse, pero esto esta muy lejos de la realidad, ya que la red es una herramienta que brinda miles de beneficios al igual que riesgos.
Muchos chicos están expuestos a contenidos a los que por su edad no deberían de ver o escuchar, pero pues es una realidad que ellos van a defender su derecho a mirar lo que deseen y es ahí cuando los padres deben de prestar atención. Anteriormente hablamos sobre el monitoreo en los hijos y ponáamos énfasis en no dejar solos a los chicos, pero en esta entrada debemos de enfocarnos en la responsabilidad del padre por estar al pendiente de lo que sus hijos ven en internet.
Hablar de invasión a la privacidad suele espantar a los padres, ya que al momento de escuchar a sus hijos mencionar este discurso (Muchas veces sin argumento) se retractan, ya que los chicos lo dicen con tal firmeza que los padre optan por detenerse; sin embargo debemos de tener algo muy en cuenta como lo es el bienestar de los hijos, ya que esta es la base para poder manejar esta situación.
Vamos a poner un ejemplo: Es como si un niño de 10 años estuviera en una fiesta, y al ver que algunas personas estan tomando alcohol, pide que le compartan, todo esto bajo el argumento de que esta en su derecho de tomar lo que quiera. ¿Qué haría usted?
Si vemos con lógica el anterior ejemplo, es claro que el niño esta en su derecho de exigir algo que ve que la mayoría hace, pero nosotros como adultos, tenemos la responsabilidad y la capacidad para darnos cuenta de que "Aún" cuando esta en su derecho, no es algo que debamos dejarlo hacer, en virtud de garantizar su salud y su sano desarrollo.
Este es el punto de esta entrada, el que los padres ejerzan su papel más allá de sentir que violan derechos, deben de tener argumentos para garantizar una vida plena en sus hijos, y es por esta razón que esta entrada apunta a esa delgada linea de la "invación" o de la "Educación y protección".
Así que para que tengan una idea más clara de como manejar esta situación de "Intromisión", les dejo este interesante artículo que nos ayudará a tener bases al momento de ejecutar una conducta de vigilancia en sus hijos. Recuerden que si no estamos al pendiente de los hijos, un mundo complejo esta ahí afuera esperandolos, y si no tienen el acompañamiento adecuado, más tarde que temprano estarán metidos en algún lío y es cuando nos recriminamos: ¿Por qué no me dí cuenta?
Espero que esta entrada sea de utilidad y mientras yo los espero en otra entrada más de este espacio, su espacio: "El Rincón de los padres".
Atentamente
Psic. Nicolás Sánchez E.
¿Deben los padres
violar la intimidad de los hijos?
( Por Ana del Barrio)
Espiar o no espiar, ésa es la cuestión. Las palabras del juez
de menores, Emilio Calatayud, en las que animaba a los adultos a inspeccionar
los móviles de sus vástagos han abierto un intenso debate entre partidarios y
detractores de ejercer esa vigilancia sobre los nuevos dispositivos
tecnológicos.
"Creo que hay que violar la intimidad de nuestros hijos.
Antes, nuestros padres nos registraban los cajones, ahora hay que mirar lo que
hacen con el móvil... El caso es que no nos pillen". Así de claro lo
dejaba el juez de menores Calatayud en una entrevista con EL MUNDO. Muchas
personas han alabado la valentía del juez al poner sobre la mesa un tema que
trae de cabeza a numerosas familias. Otras, por el contrario, han considerado
sus palabras "peligrosas" por intentar convertir la vida de los
jóvenes en una especie de Gran Hermano.
Lo cierto es que las declaraciones de Calatayud han servido
de bálsamo para bastantes progenitores que se sentían culpables o que se lo pensaban
dos veces a la hora de coger a hurtadillas el móvil de sus vástagos y que ahora
han visto legitimados sus deseos de espiar a los retoños. Pero, ¿es ético
vigilar los móviles de los niños?
"Sí, yo lo he hecho. Creo que hay que darles confianza,
pero cuando empezaron con los chats y todos esos rollos, preferí vigilar",
confiesa Silvia, madre dos hijos de 14 y 13 años. "Yo no les he espiado
pero de vez en cuando sí que les pregunto y les exijo que me lean y me enseñen
qué escriben y con quién están wasapeando. Y si fuera menos complicado quizá
les cotillearía sus móviles", añade Raquel, con tres criaturas a sus
espaldas.
Para la psicóloga Silvia Álava vigilar el móvil de los niños
no supone una violación de la intimidad. A su juicio, la mayoría de las veces
los menores se dedican a colgar fotos y mensajes en las redes, luego ya no
estaríamos hablando de la esfera privada, sino de la pública: "Esto no es
lo mismo que leer un diario. No se trata de la intimidad puesto que los
contenidos se convierten en algo público".
Una herramienta que se
les queda grande
Por su consulta han pasado numerosos chiquillos que se
metieron en líos por no saber manejar correctamente las redes sociales:
"En algunas circunstancias, los chavales no miden los efectos que tiene
subir una imagen. En el momento en el que la foto está colgada, pierdes el
control y esa imagen ya no es tuya. A veces, la herramienta se les queda grande
y no miden las consecuencias de sus actos. Por eso es importante formar a los
hijos y decirles qué se puede subir y qué no; con quién se puede
hablar...", asegura esta psicóloga, autora del libro Queremos hijos
felices.
Desde el ámbito policial también ven con buenos ojos la
propuesta del juez Calatayud. De hecho, en las conferencias que imparten en los
institutos, los agentes ya advierten a los alumnos de que deben dejar que los
adultos les revisen el móvil, ante las quejas de los asistentes.
"Estoy totalmente a favor de que se haga ese tipo de
control. No se trata de violar la intimidad, sino de velar por su seguridad.
Cuando llegan los problemas, la responsabilidad legal hasta los 18 años es de
los progenitores. Para prevenir es mejor vigilarles", asevera Jorge Pérez,
subinspector de policía de las Unidades de Prevención, Asistencia y Protección
(UPAP) especializadas en violencia de género.
En ocasiones, los jóvenes incurren en delitos aunque no sean
conscientes de ello. Por eso, los policías les alertan en las charlas:
"Ojo, que si comienzan los insultos y las vejaciones por whatsapp estamos
cometiendo un delito".
La edad mínima para poder usar whatsapp está fijada en los 16
años y en otras redes sociales, en los 13; unas normas que muy pocos respetan,
ya que la etapa en la que empiezan a tener móvil es cada vez más temprana. De
hecho, este dispositivo se ha convertido en el regalo estrella de las
comuniones, que se celebran cuando los niños cumplen 9 años.
La preocupación de la Policía es tal que incluso ha propuesto
un contrato para que adultos y menores de 13 años fijen unas normas de uso
responsable del teléfono móvil. Entre las reglas establecidas por la Policía
figura la de que el joven comenzará a usar las redes con sus mayores y
configurará con ellos, las aplicaciones y juegos y la de que el "nuevo
usuario debe asumir que sus padres deberán conocer sus códigos de acceso y
contraseñas para poder ser supervisados".
Los profesores también valoran de manera positiva que exista
un cierto control, siempre que haya un equilibrio entre la protección del menor
y la mera curiosidad: "El problema están en delimitar dónde termina el
derecho a la intimidad de los menores y dónde empieza la responsabilidad de los
padres. La tutela legal es de los progenitores y existe la obligación de
proteger a los hijos. Los niños de ahora son muy vulnerables y se dejan seducir
fácilmente. Por ejemplo, muchos casos de pederastia empiezan con mensajes a menores.
Si los padres hubiesen espiado sus teléfonos móviles, a lo mejor se hubieran
podido evitar", opina Felipe de Vicente, presidente de la Asociación
Nacional de Catedráticos de Instituto.
Como botón de muestra, el caso de una madre que relató en un
blog en el Huffington Post que revisó el móvil de su pequeña y lo que vio le
dio "escalofríos". Descubrió que el padre de un amigo del colegio le
enviaba mensajes a todas horas y le invitaba a dormir a su casa. La madre tomó
cartas en el asunto y avisó a la policía, al director del colegio y a las otras
familias, pese a que su hija la odió durante meses.
Mientras crece la inquietud de las familias, proliferan las
aplicaciones para monitorizar los móviles de los menores. Una de ellas es
Ignore no more, que fue creada por Sharon Standifird, una madre de Texas harta
de que su hijo nunca contestase a sus mensajes. Esta aplicación permite
bloquear a distancia el teléfono del joven si no contesta a las llamadas
paternas. No es la única porque las hay de toda clase y condición: para ver qué
tipo de mensajes envía, a qué lugares va y con quién, qué páginas web visita...
En contra de un Gran
Hermano
Sin embargo, muchos expertos están en contra de convertir la
vida de los adolescentes en un espionaje constante. Precisamente, la mayoría de
ellos recurre a los móviles y a las redes porque es el único espacio donde no
tienen la presencia constante de un adulto.
"Antes, nosotros podíamos bajar a la calle o a la plaza.
Ahora, en esta sociedad sobreprotectora no les dejamos. Las redes sociales se
han convertido en el nuevo espacio público de los jóvenes y en su válvula de
escape", afirma Javier González-Patiño, psicólogo e investigador en
educación y medios digitales.
En su opinión, los chavales tienen necesidad de relacionarse
más allá del control de una persona adulta y ese deseo debe ser respetado.
González-Patiño critica que siempre se ponga el acento en los peligros de las
redes, pero nunca se destaquen los aspectos positivos como su lado creativo o
las posibilidades de participación que proporcionan: "Nunca hasta ahora
los adolescentes habían podido ser tan visibles en la vida pública".
Además, considera una paradoja que se hable de espiar cuando
existe una sobredocumentación de la vida infantil: "¿Para qué vamos a
instalarnos programas de rastreo cuando tenemos más información que nunca de lo
que hacen los menores?", se pregunta.
Luis Muiño, psicoterapeuta y escritor, también se opone a la
idea de Calatayud: "No creo en el espionaje ni en una sociedad convertida
en Gran Hermano. La tentación la tenemos todos, pero no es una buena táctica.
Si tienes que llegar a espiarles sin su consentimiento, algo está fallando en
la educación. Hay que confiar en ellos, aunque sea difícil".
En lo que sí coinciden tanto él como el resto de los expertos
consultados por ELMUNDO es en la necesidad de dar una formación básica a los
hijos cuando empiezan a navegar en Internet.
No se trata de soltarles una charla para cumplir el
expediente sino de acompañarles, aprender las herramientas, crear juntos las
cuentas en las redes, comentarles que nunca den sus datos personales ni chateen
con desconocidos ni compartan fotos íntimas u ofensivas... En definitiva, igual
que se enseñan modales en la vida real se deben impartir unas normas de
educación para la virtual. Al fin y al cabo, la formación suele ser más
efectiva que la vigilancia.
Fuente: www.elmundo.es