Actualmente vemos como estas redes sociales se han convertido en una ventana indiscreta a la escencia del ser humano. Estamos siendo testigos diariamente de lo que la mente adolescente puede hacer por un poco de notoriedad. Recordemos que en esta etapa se busca una identidad y dados los tiempos que estamos viviendo, esta herramienta resulta la ideal, pero esa búsqueda se esta tornando bastante peligrosa.
Existen chavos que estan encontrando en estos medios, la forma ideal para dar a conocer una máscara de lo que pretenden ser, más no lo son. Recordemos que la personalidad aún no se encuentra formada al 100% en este período adolescente, y así como existen chavos que usan esta herramienta de manera adecuada, encontramos a otros que la usan para tapar su soledad o en su defecto existen otros que buscan tanta notoriedad que no tienen consciencia de sus actos y con tal de ser diferentes, cometen verdaderos actos desafortunados que les han valido el escarnio publico.
Lo que aquí debe de preocuparnos son precisamente aquellos chicos que han vivido o viven cosas tan disfuncionales, que ocupan estos espacios electrónicos para hacer patente su enojo y su desequilibrio psicológico, y en virtud de esto, suben a sus perfiles fotografías de actos tan deplorables que es importante no dejar pasar.
Estas situaciones me han llevado a escribir nuevamente sobre estos fenómenos, y es que la semana pasada una noticia bastante lamentable inundo los medios electrónicos, y esta conbinación: Adolescencia + redes sociales (Facebook), nos dió como resultado un evento que no debemos de pasar por alto, ni tomarlo a la ligera, sino que debemos poner el dedo en el renglón, y esto es precisamente tarea de los padres, quienes a veces son los primeros en sorprenderse con este tipo de actos .
La nota que les comento fue bastante deplorable, ya que un adolescente en el norte del país (México), decidió subir a su facebook, una imagen bastante cruda en la que se muestra tomando una cruz con la mano en la que se encuentra un perro crucificado mientras con la otra mano hace una señal a manera de triunfo.
Más allá de criticar la acción de este jóven, que probablemente no vió la dimensión de sus actos, nos habla de lo que los adolescentes piensan que esta "bien", y realmente es preocupante, ya que tener como base de vida una ideología el maltrato animal es bastante grave.
Este caso en particular nos llama la atención, por que no obstante que este tipo de cosas ya han pasado, no se esta difundiendo suficientemente las consecuencias que conlleva este tipo de acciones, sobre todo por que más allá ser unos simples hechos aisladdos, probablemente sean pistas inequívocas de fenómenos que debemos de combatir.
Muchos estudios serios hablan de que este tipo de actos como lo es el maltrato animal, son la antesala de conductas patológicas más fuertes, ya que esta insensibilidad hacia el dolor ajeno es la que conduce hacia actos criminales, y puede ser muy peligroso que a alguien le resulte emocionante, divertido o exitante, cualquier tipo de sufrimiento, y esto indudablemente, no es otra cosa que la antesala de una mente enferma que probablemente se convierta en un asesino.
Vaya entonces la invitación a estar pendientes de este tipo de situaciones y reprobarlas en todo momento, sobre todo las personas que a su alrededor comienzan a ver en sus vecinos, familiares o amigos, este tipo de situaciones. (Recordemos el caso "mata gatos" de San Martín Texmelucan, Pue.).
De ninguna manera debemos encontrar excusas a este tipo de conductas, cosas como: "Así son los chavos de hoy", "Así se divierten actualmente", "Es que ahora son más tremendos", etc. Considero que no hay excusa, desafortunadamente solo en el Distrito Federal (Ciudad de México), existen leyes que tipifican como delito el maltrato animal, incluso hay un partido político que mediante una aplicación, recibe denuncias anónimas para que la policía visite estos hogares denunciados y se apliquen los castigos correspondientes.
Espero que esto les deje una profunda reflexión y para reafirmar el mensaje, les dejo un fragmento de un artículo muy interesante que nos brinda información relevante en torno a este caso. Espero que les agrade y mientras los espero en otra entrada más de este espacio, su espacio: "El Rincón de los padres".
El maltrato animal desde un punto de vista criminológico
Escrito por Laura de Santiago Fernández
RESUMEN: El maltrato animal como crueldad injustificada, que causa daño y sufrimiento a los animales, está relacionada con algunas patologías mentales como el Trastorno Disocial, de inicio habitual anterior a los 16 años y cuyo desarrollo suele dar lugar a un Trastorno Antisocial de la Personalidad. La falta de empatía y remordimientos, así como el fracaso para adaptarse a las normas sociales, relacionan este trastorno con altos niveles de psicopatía. Es por ello que resulta necesaria una buena evaluación en la infancia/adolescencia en cuanto a los comportamientos crueles con los animales, que posibilite una temprana detección, siendo igualmente imprescindible reducir la tolerancia social a estos actos inmorales e ilegales.
PSICOPATOLOGÍA Y MALTRATO ANIMAL
La relación entre determinadas enfermedades mentales y el maltrato contra los animales parece ser tan patente que incluso las propias guías psicodiagnósticas ponen de manifiesto la necesidad de recoger criterios que incluyan estas conductas. Especial importancia adquiere el Trastorno Disocial, que recogido en el DSM-IV expone como uno de los criterios “la manifestación de la crueldad física contra los animales”. Este trastorno se caracteriza por un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan los derechos básicos de otras personas o normas sociales importantes propias de la edad.
Este trastorno, suele tener su momento de aparición en la infancia, antes de los 10 años si es de inicio temprano o con inicio en la adolescencia. Entre otras conductas, la agresión y abuso de animales adquiere especial interés en menores de edad cuya falta de empatía y remordimiento, asociados a trastornos de conducta son rasgos de personalidad que implican un factor de riesgo de conducta violenta en la edad adulta (Ascione, 2001). Las personas con Trastorno Disocial suelen presentar, en menor o mayor grado, algunas características específicas de personalidad: escasa empatía y preocupación por los demás, dificultades para percibir los sentimientos, deseos e intenciones ajenas que interpretan de forma hostil, insensibilidad y poca capacidad para reconocer la culpa o mostrar remordimiento, autoestima distorsionada, inestabilidad emocional y muy baja tolerancia a la frustración.
Así, la presencia de este trastorno durante la infancia, sirve a menudo de precedente para la aparición del Trastorno Antisocial de la Personalidad en la edad adulta. Este trastorno, según el DSM-IV, precisa de la existencia de pruebas de un Trastorno Disocial que comienza antes de la edad de 15 años. El Trastorno Antisocial de la Personalidad puede presentar conductas muy similares al Trastorno Disocial y suele formar parte del curso normal de los trastornos disociales. Sin embargo sólo se diagnóstica después de cumplidos los 18 años, mientras que el Trastorno Disocial rara vez comienza después de los 16 años.
Podemos decir que los comportamientos agresivos de violencia y crueldad contra los animales que se producen durante la infancia y adolescencia, son un signo de alarma para posteriores diagnósticos de Trastorno Antisocial de la Personalidad. Este trastorno psicológico está definido por un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, como lo indica la presencia de al menos tres de los siguientes ítems: fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, deshonestidad, impulsividad, irritabilidad y agresividad, despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás, irresponsabilidad persistente y falta de remordimientos (DSM). Estas personas presentan un patrón prolongado de manipulación, explotación o violación de los derechos de otros, que a menudo origina comportamientos delictivos.
Cuando hablamos de crueldad, violencia e incluso sadismo, y el disfrute con estas conductas hacia otros, entra en juego un factor psicológico inherente al ser humano, la empatía. Las personas, desde pequeñas tenemos la capacidad de reconocer las necesidades emocionales de los otros, así como de emitir conductas prosociales y reparadoras si consideramos que nuestros actos han causado dolor o angustia a otro ser humano (Hoffman, 1975). Así mismo la capacidad de empatía se va desarrollando a lo largo de nuestra vida, y actúa como un factor de cohesión con nuestros congéneres (Hastings, Zahn-Waxler, Robinson, Usher, & Bridges, 2000)
Según la RAE, podemos definir el término empatía como la “identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro”. Recibe también el nombre de inteligencia interpersonal (término acuñado por Howard Gardner) y se refiere a la habilidad cognitiva de una persona para comprender el universo emocional de otra.
De manera habitual, los niños van desarrollando esta capacidad hasta niveles adecuados, sin embargo, en algunos casos el no correcto desarrollo de la empatía puede avisarnos de problemas psicopatológicos. De esta manera, correlaciona el número de niños que muestran bajos niveles de empatía con aquellos que son diagnosticados por Trastornos de conducta [Hastings et al. (2000); Luk, Staiger, Wong, & Mathai (1999)].
Estas personas, con rasgos antisociales suelen puntuar alto en Psicopatía, medida en cuestionarios como el PCL-R de Hare. La definición de Trastorno de Personalidad Antisocial o Disocial viene a definir los parámetros de la psicopatía en términos conductuales, pero centrar la definición de psicopatía en la parte antisocial otorgando peso a esos aspectos conductuales sociales nos haría incurrir en el error de incluir en el concepto a delincuentes comunes reincidentes y se dejarían fuera muchos casos en los que tratándose de verdaderos psicópatas, no muestran esa actividad marcadamente antisocial. Podemos resumir este matiz importante de esta precisa diferencia diagnóstica concluyendo que "la mayoría de los individuos con trastornos antisocial no son psicópatas" (Hare y Hart, 1995).
Sin embargo es interesante analizar cómo la crueldad hacia los animales es uno de los componentes de la tríada psicopática junto a la piromanía y la enuresis. Frecuentemente, los asesinos seriales exhiben tres comportamientos en la infancia conocidos como “la triada de MacDonald” [Macdonald (1963); Hellman & Blackman (1966) y Tapia, Fernando (1971)].
Referido a los asesinos en serie, es frecuente que antes maten animales como ensayo para después matar a las víctimas humanas (Barnard, N.D & Hogan, A.R., 1999). La crueldad animal es empleada principalmente para expresar la frustración y la ira, encontrándose problemas de maltrato en niños que participan en los actos de crueldad hacia los animales. Durante la infancia, los asesinos en serie no pueden tomar represalias hacia los que les ha causado la humillación, por lo que optan por expresar esta rabia hacia los animales por ser débiles y vulnerables. De esta manera se encuentra que la selección de las futuras víctimas comienza desde la infancia. Si seguimos hablando de asesinos en serie, los estudios han encontrado que las personas que en la infancia cometen actos de crueldad hacia animales utilizan este el mismo método para matar a sus víctimas humanas como lo hicieron en sus víctimas animales (Wright, J. & Hensley, C., 2003).
En un estudio presentado por la Dra. Nuria Querol i Viñas sobre Trastorno Antisocial de Personalidad y maltrato animal, en el 68º Congreso de la American Society of Criminology en Chicago (EEUU), encontraron que de la muestra forense analizada (52 casos) con antecedentes de maltrato contra animales, las puntuaciones altas en la escala de psicopatía (PCL: SV) correlacionan con mayor crueldad en los delitos hacia animales y personas.
Algunos de los resultados de este estudio fueron que un 85% de la muestra había sido diagnosticado de trastorno antisocial de la personalidad, un 89% había sido arrestado por un delito violento y un 77% tenía historial de delitos violentos. Así mismo se encontró que la prevalencia de Tríada de McDonald era de 48%. Ante estos resultados, la Dra. Querol resaltó la necesidad de evaluar en la infancia/adolescencia la crueldad con los animales para permitir un diagnóstico e intervención precoces.
FUENTE: www.cj-worldnews.com
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