Hoy voy a compartirles un escrito que considero resulta valioso por todo lo que nos enseña, ya que muchas veces cuando las cosas no resultan del todo bien, no sabemos como manejar dichas emociones y cometemos el error de enojarnos y cerrarnos, cosa que puede empeorar muchisimo las cosas; sin embargo existen formas sanas de darle salida a esto y no dejar que nuestros enojos o resentimientos nos controlen.
Pues bien, la entrada de hoy es un ejemplo de esto que les digo y quiero que vean el poder que tiene la escritura en momentos tan difíciles. Me gustaría que se tomaran un momento para que más allá de leer rapidamente, traten de entender todo lo que esta reflejado en estas letras, ya que es toda una vida reflejada en unas cuantas palabras, así mismo para quien lo ha realizado significa comenzar a aceptar que todo lo que ha pasado, precisamente es eso, pasado, y ahora mismo se encuentra en otro momento y eso es lo valioso de este caso, que pudo abrirse paso ante las adversidades.
Para esa persona que será anónima para ustedes que leen, un agradecimiento infinito por regalarnos un pedacito de su vida y espero que sirva de motivación para que podamos hacer algo cuando nos sentimos mal.
Espero les agrade y me den sus puntos de vista y mientras yo los espero en otra entrada de este espacio, su espacio: "El Rincón de los Padres"
Psic. J. Nicolás sánchez E.
Había una vez, una niña que era feliz.
Había una vez, una niña que tenía una familia
completa.
Había una vez una niña, que no se sentía sola.
Había una vez una niña, que escuchaba como sus
padres discutían.
Había una vez una niña, que se refugiaba son
su hermano.
Había una vez, que el papá de la niña se fue y
la niña lloro mucho.
Había una vez, que la niña se sentía triste.
Había una vez, que la niña se quedaba con su
hermano y veían películas con muchas chucherías y sopa.
Había una vez, que la niña se quedó sin
hermano.
Había una vez, una niña que se sentía triste y
sola.
Había una vez, una niña que tenía que esperar
a que su mama llegara de trabajar.
Había una vez, una la niña que se quedaba sola
hasta muy noche.
Había una vez, una niña que lloraba mucho.
Había una vez, una niña que le tenía miedo a
la oscuridad de su casa.
Había una vez, que la niña se quedaba en una
esquina a esperar a su mama.
Había una vez, una niña que tenía compañía de
su gato naranja.
Había una vez, una niña que ya no se sentía
tan sola.
Había una vez, una niña que ya no podía más y
salía de su casa a llorar.
Había una vez, una niña que se puso feliz por
la noticia de su madre.
Había una vez, una niña que llevaba toda su
ropa.
Había una vez, una niña que se fue a vivir con
su abuelita.
Había una vez, una niña que empezó a ser feliz
otra vez.
Había una vez, que la niña supo que su
felicidad todavía estaba.
Había una vez, que la niña pudo ver a su papa
otra vez.
Había una vez, una niña que no tenía amigos.
Había una vez, una niña que se sentó en una
banca y una niña le hablo y así fue por semanas.
Había una vez, una niña que por primera vez tenía
una mejor amiga.
Había una vez, una niña a la que molestaban
mucho, con feos nombres.
Había una vez, una niña que solo por mostrar
un estúpido punto tuvo un novio.
Había una vez, que por fin dejaban de decirle
lesbiana.
Había una vez, que de nuevo empezaban a
molestarla diciendo que era una perra.
Había una vez, que su mejor amiga siempre la defendía.
Había una vez, una niña que de nuevo dejo de
ver a su padre.
Había una vez, una niña que hizo la tarjeta
del día del padre y no supo a quién dársela.
Había una vez, una niña que le dio la carta
del día del padre a su tío.
Había una vez, una niña que consideraba un
padre a su tío.
Había una vez, una niña que le dieron una mala
noticia.
Había una vez, que la niña se puso triste por
la enfermedad de su abuelita.
Había una vez, una niña que no prestaba
atención en clase y su profesora la llamo para ver que tenía.
Había una vez, una niña que tuvo la
oportunidad de llorar y le agradeció a la maestra.
Había una vez, una niña que siempre trataba de
hacer reír a su abuelita.
Había una vez, que la niña trataba de hacer sentir
a su abuelita hermosa, siempre diciéndole que su calva era hermosa.
Había una vez, una niña que hacia pendejadas
para que su abuela y tío rieran.
Había una vez, que la niña y su tío molestaban
como niños chiquitos.
Había una vez, que su tío le tiro tierra
cuando estaba en el baño y su abuela los regaño a los dos.
Había una vez, que la niña estaba sentada
haciendo tareas y su tío la envolvió en tape.
Había una vez, una niña que comprendió que le
gustaba hacer sonreír a sus dos personas favoritas.
Había una vez, una niña que salió con su
abuelita a dejar a su tío.
Había una vez, que la niña grito porque su tío
la envolvió en tape en medio de la calle y algunas personas veían.
Había una vez, que la niña no dejaba de reír
por lo que su tío había hecho y vio a su abuelita llorar de risa.
Había una vez, que la niña se quedo sin tape
por la culpa de su tío.
Había una vez, una niña que tuvo que quedarse
sola en casa, porque su abuela se había ido de viaje.
Había una vez, una niña que sintió que alguien
la tocaba mientras dormía, pero pensó que era una pesadilla.
Había una vez, una niña que se hizo la dormida
y alguien la tocaba.
Había una vez, una niña que se sentía insegura
y llamaba a su amigo para que hicieran pijamadas
Había una vez, una niña que ya no se sentía
temerosa por que ya no pasaba gracias a su compañía.
Había una vez, una niña que le conto lo que
pasaba al chico. El chico le creyó.
Había una vez, que la niña le dijo al primo
del chico lo que pasaba.
Había una vez, una niña que se sintió mejor
cuando su abuelita regreso.
Había una vez, una niña que no dijo mas nada
por miedo a que su abuelita empeorara.
Había una vez, una niña que ya no se acercaba
al señor porque lo odiaba.
Había una vez, una niña que protegía a su
prima del señor.
Había una vez, una niña que dejaba las puertas
del baño que daban a su cuarto para sentirse segura.
Había una vez, una niña que tuvo que dejar la
puerta de su cuarto abierta por los sismos que había por seguridad.
Había una vez, una niña que recién se
acostaba, cuando sintió que le quitaban las sabanas y vio una sombra con
pantaloneta blanca con verde.
Había una vez, una niña que se asusto mucho y salió
corriendo llorando a decirle a su abuelita.
Había una vez, una niña que le conto la verdad
a su abuelita, pero le pidió que no le dijera nada a su mama para que no la
separara de ella.
Había una vez, que en esa casa hubo muchos
problemas y sacaron a la niña de casa.
Había una vez, una niña que recibió una
noticia.
Había una vez, una niña que se puso triste y
nerviosa.
Había una vez, una niña que recibió una beca
donde su mama trabajaba.
Había una vez, una niña que tuvo que regresar
a vivir con su madre y tuvo que dejar a su abuelita.
Había una vez, una niña que no estaba feliz.
Había una vez, una chica a la que molestaban
en el colegio.
Había una vez, una chica que no se dejó
vencer.
Había una vez, que la chica se vengo de esas
chicas que la hicieron sentir del asco.
Había una vez, una chica que empezó a tener
baja autoestima
Había una vez, una chica que se esforzó mucho
para poder ganar el grado y que su abuelita se sintiera orgullosa.
Había una vez, una chica que visitaba a su
abuelita los sábados.
Había una vez, una chica que no se sintió bien
al saber que su tío estaba molesto porque ella se había ido y dejado a su mama.
Había una vez, que la chica ya no podía más.
Había una vez, una chica que llevaba a sus
perritos para mostrárselos a su tío y decir lo siento.
Había una vez, una chica que se rompió por
dentro.
Había una vez, una chica que perdió a un papa,
y vio a su abuelita mal y a su familia mal.
Había una vez, una chica que no pudo llorar.
Había una vez, una chica que escondió su dolor
por su abuelita.
Había una vez, una chica que sintió dolor
Había una vez, una chica que perdió a su
abuelita.
Había una vez, una chica que lloro tanto que
no volvió a ser la misma.
Había una vez, una chica que tuvo apoyo de su
maestra favorita.
Había una vez, una chica que fue una de las
mejores de la clase y se graduó.
Había una vez, una chica que le hablo al
viento diciendo que había sido por ella y para que su abuelita estuviera
orgullosa.
Había una vez, una chica que no soporto el
bullying que su mama la metió a homeschool.
Había una vez, que a la chica la hacían sentir
mal.
Había una vez, una chica que le conto a su
mama.
Había una vez, una chica y sus compañeros que
ya no soportaban como los trataba su maestra.
Había una vez, una chica que al fin salió del
colegio.
Había una vez, una chica que se metió a otro
colegio y fue feliz al principio.
Había una vez, una chica que se enteró que
tendría una hermana.
Había una vez, una chica que no soportaba a la
pareja de su mama, por como la trataba.
Había una vez, una chica que ya no quería
vivir en esa casa por él.
Había una vez, una chica que no soportaba la
idea de que su madre estuviera embarazada.
Había una vez, una chica que acompaño a su
madre al doctor y vio por primera vez a su hermana.
Había una vez, una chica que vio a su madre
sufrir por el embarazo.
Había una vez, una chica que tuvo que ir a la
casa de la amiga de su madre porque su madre se puso grave y fue al hospital.
Había una vez, una chica que pensó que se
quedaría sin madre.
Había una vez, una chica que tuvo que ir a
casa de sus tíos, porque su madre se puso de nuevo grave.
Había una vez, una chica que se siento
tranquila porque estaba con sus tíos.
Había una vez, una chica que al fin tuvo una
hermana.
Había una vez, una chica que cuido a su
hermana.
Había una vez, una chica que volvía a ser
feliz.
Había una vez, una chica que apoyo a su madre
en todo, pero se dio cuenta que no le tenía confianza.
Había una vez, una chica que se cambió de
casa.
Había una vez, una chica que tenía su propio
cuarto.
Había una vez, una chica que aún no era feliz.
Había una vez, una chica que conoció a un
chico y a una chica por una red social.
Había una vez, una chica que se hizo buena
amiga de esas dos personas, pero más de él.
Había una vez, una chica que se sentía mal con
ella misma que se hizo daño.
Había una vez, una chica que fingía ser feliz
y su madre nunca lo noto.
Había una vez, una chica que escribió como
anónimo a un psicólogo.
Había una vez, una chica que pidió ayuda y la
ayudaron por casi un año.
Había una vez, una chica que ya se volvía a
sentir algo mejor.
Había una vez, una chica que siempre hizo
amigos de otros países.
Había una vez una chica que fue feliz al saber
que su hermano regresaba.
Había una vez, una chica que se sentía bien
con su hermano en casa.
Había una vez, una chica que ya no soportaba a
la pareja de su madre.
Había una vez una chica que tuvo un arranque
de ira y le grito a la pareja de su madre.
Había una vez, una chica que golpeo la pared
de la ira que sentía.
Había una vez, una chica que tuvo que dar una
disculpa que jamás la sintió.
Había una vez, una chica que entendió que no
podía querer a la pareja de su madre.
Había una vez, una chica que debido a eso le
conto toda a verdad a su madre.
Había una vez, una chica que se peleo con su
madre por esa verdad.
Había una vez, una chica que solo se mantenía
enojada.
Había una vez, una chica que se siento bien
con un abrazo.
Había una vez, una chica que le dio una carta
a su madre diciéndole que la amaba a pesar de todo.
Había una vez, una chica que lloraba todas las
noches de dolor.
Había una vez, una chica que conoció a un
chico y se volvió su mejor amigo por la alta estupidez que tenían los dos.
Había una vez, una chica que su mejor amigo la
hizo reír.
Había una vez, una chica que cuando veía a su
mejor amigo los días de examen se ponía feliz.
Había una vez, que la chica por primera vez
aceptaba un abrazo de él.
Había una vez, una chica que se graduó.
Había una vez, una chica que le gusto que su tío
le diera abrazos, porque la hacían sentir mejor.
Había una vez, una chica que se encariño mucho
con sus tíos.
Había una vez, una chica que no podía mostrar
lo que sentía, porque ya no sabía cómo.
Había una vez, una chica que empezó a ser
feliz otra vez.
Había una vez, una chica que era feliz.
Había una vez, una chica que supo que le
gustaba cocinar.
Había una vez, una chica que se metió a clases
de cocina.
Había una vez, una chica que se puso de nuevo
triste.
Había una vez, una chica que no sabía porque
estaba así.
Había una vez, una chica que tenía miedo de
deprimirse otra vez.
Había una vez, una chica que ya no quería que
la abrazaran, porque no se sentía bien.
Había una vez, una chica que empezó a
comportarse extraña y no sabe el porqué.
Había una vez, una chica que empezó a alejarse
de su tío favorito.
Había una vez, una chica que empezaba a perder
el ánimo.
Había una vez, una chica que empezó a leer
para salir de su realidad.
Había una vez, una chica que solo veía series.
Había una vez, una chica que por primera vez
tomo cerveza en su clase de cocina.
Había una vez, una chica que trataba de
sentirse mejor.
Había una vez…