Saludos a todos los padres de familia que de alguna manera han llegado a este blog. Les quiero compartir este artículo que nos habla de un tema bastante interesante, ¿Qué quieren los padres de sus hijos?. Esta es una constante que a veces no se sabe como resolver, ya que muchas veces los padres proyectan todos sus deseos en sus hijos y los presionan a realizar todo lo que ellos no pudieron hacer.
Espero que les guste...!!!
CUANDO LOS HIJOS NO SON...(Lo que los padres quieren)
Dr. Raúl Salischiker
La Biblia en el capítulo 3 versículo 10, relata la historia del Rey Salomón, muy conocido por su sabiduría. Cuenta la historia de dos mujeres que viven juntas y ambas tienen un hijo con diferencia de tres días. Una de ellas -mientras dormía- aplasta a su bebé; cuando despierta y ve a su bebé muerto decide cambiarlo por el de su compañera. Cuando la otra mujer despierta y descubre al niño muerto, lo observa y comprende que no es el de ella; entonces ambas comienzan a reclamar por el bebé vivo. Indudablemente, como en esa época no existían análisis de ADN el caso llega al Rey Salomón quien, según la Biblia, dictamina textualmente “Y dijo el Rey traedme un cuchillo y trajeron al Rey un cuchillo, partid por el medio y dad la mitad a una y la mitad a la otra”. Entonces, una de las mujeres asustada y conmovida dijo: “no lo matéis, dadle a la otra el niño vivo y no lo matéis”. Entonces el Rey dijo: “ella es su madre, dadle el hijo vivo”.
En general, se interpreta esta historia como que la madre es capaz de hacer cualquier sacrificio por un hijo, y el Rey la coloca en situación extrema para saber cuál es la verdadera. Pero, en mi opinión, esa sería una interpretación parcial: ¿qué quiso decir o enseñar Salomón?; si era el Rey sabio ¿no se supone que su enseñanza debía ser más profunda?
Primero, creo que al hablar de la madre, involucra tanto a la madre como al padre, ya que ambos representan parte de lo mismo y son los únicos que comparten normalmente el mismo amor por los hijos.
Segundo, los padres deben aceptar que al hijo/a se lo lleve otra persona (pareja), otro país, otra profesión que la que tenían pensada, otro funcionamiento, otros gustos, otras ideas, etc. El Rey Salomón nos enseña que los verdaderos padres no son egoístas y deben aceptar “que los hijos no tienen que ser como los padres quieren que sean”. Nos enseña que ser padres está por delante de todo.
Si se le pregunta a cualquier padre qué desea para su hijo diría sin dudar “que sea feliz”, pero la realidad nos muestra que esa afirmación es falsa, “que sea feliz siguiendo mis condiciones, mis conceptos de vida, mis creencias, etc., etc.”. Entonces, la frase debería ser “que mi hijo sea feliz pero como yo quiero”, lo cual definitivamente es un absurdo, ya que no se puede desear la felicidad a alguien de acuerdo a las normas que uno establece para ser feliz ya que cada persona va encontrando su propia fórmula de felicidad a lo largo de la vida, si es que tiene la fortuna de encontrarla.
Hace tiempo estaba en un cumpleaños en la casa de unos amigos y un chiquito de unos 3 años jugaba con un cenicero, que en cualquier momento iba a romper. Yo solamente observaba, (no era mi casa) y su madre estaba al lado. De pronto está detecta lo que hacía el niño y le dice enojada “dejá el cenicero porque si lo rompés mamá se va a sentir muy mal”. Los padres que educan con el concepto de que lo bueno o lo malo está en función de lo que hace bien o mal a ellos no considero que sean buenos padres sino padres egoístas que educan a través de la culpa y el bienestar o tranquilidad sólo de ellos.
Por el lado de los hijos, creo que también deben pensar que si producen un cambio en la estructura familiar, por una decisión personal -cualquiera sea-, pero que se apartan de los mandatos generacionales (sexo, religión, profesión, otros) deben tener en claro que no pueden esperar que la familia reciba de un comienzo el cambio con beneplácito y aplausos. Deben comprender que el proceso de aceptación es gradual, no es positivo para nadie iniciar una guerra, por el shock inicial que el cambio produce en la familia, y no buscar la aprobación o bendición a la brevedad ya que el que inicia el cambio es el hijo (lo cual no es malo), pero hay que ser consciente de las dificultades que dicho cambio genera en la familia y que todos no pueden adaptarse inmediatamente a dicha situación. El que cambia las reglas, en cuanto al ideal familiar, debe entender perfectamente el costo que genera (nada es gratis) sino no sería cambio, serían rebeldías transitorias para concentrar la atención. “El verdadero cambio es aquel que acepta los costos”.
Si bien es real que el hijo “distinto” respecto a la estructura familiar es el resultado de múltiples factores (conflictos individuales, situaciones circunstanciales, características genéticas, vivencias familiares, etc.) y la teoría familiar como unicausal carece hoy de validez, no implica esto que los padres sean ajenos totalmente en cuanto a alguna responsabilidad y es bueno asumirlo, no como forma de tortura, pero sí como replanteo o reflexión.
En conclusión, lo que nos quiere decir el Rey Salomón es que para ser buenos padres debemos primero dejar de ser egocéntricos: entonces la verdadera frase debería ser “deseo de corazón que mis hijos sean felices pero como ellos quieran o puedan”.
Fuente: delacole.com
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