En muy pocas ocasiones se cuestiona el papel que los padres tienen en la educación de los hijos y se da por sentado que es muy poca la participación, justificando esta situación con muchas situaciones como el trabajo, el cansancio, el estrés, etc.
Si a esto agregamos que las pocas intervenciones estan llenas de prejuicios sobre el como ser hombre, pues la resultante es algo muy complejo, pero sin lugar a dudas es algo que nos traerá bastantitos problemas en la vida adulta.
Espero que esto los haga reflexionar un poco, o más bien "Un mucho", para saber que pasa cuando vivimos este tipo de situaciones en casa.
Espero que les guste y les haga reflexionar padres...
Los niños no juegan con muñecas (Vladimir Ruiz)
¡Los niños no juegan con muñecas!” “¡Llorón, pareces mujercita!” “¡Los hombres no lloran!” “¡Hágase hombre con esa mujer!” “¡Los hombres no cocinan, ni lavan ropa!” “¡Usted es hombre, puede estar con las mujeres que quiera!” “Es normal que los hombres sean infieles”.
¿Cuántas veces hemos escuchado estas palabras? Creo que han formado parte de la filosofía de muchas familias nicaragüenses a lo largo de los tiempos, son la muestra de la herencia de una cultura patriarcal de la cual hay que despojarnos para poder crecer como verdaderos seres humanos, porque considero que, a pesar de muchas consecuencias no hemos comprendido el enorme impacto o grado de afectación que puede llegar a tener esta educación machista y discriminatoria sobre mujeres y hombres.
Uno de los grandes problemas es el desaliento a una paternidad responsable, de modo que muchos hombres desde niños recibimos este tipo de educación machista en los distintos espacios de socialización, tanto en la escuela como en nuestros hogares, pues a los niños no se les permite jugar al rol de padres, mientras que a las mujeres se les estimula desde niñas que sean madres y principales responsables de los hijos a través del juego con muñecos.
Mientras a los niños se les obsequia pistolitas de juguete y se les prohíbe jugar a padres, a las niñas les abundan los juguetes relacionados con la maternidad; de esta manera, a los hombres se nos aleja de nuestra capacidad de expresión afectiva y de nuestros deberes familiares, impactando directamente en la unidad familiar y las relaciones de pareja, padre-hijo y padre-hija.
Desde la concepción patriarcal los hombres nunca deben mostrar sus sentimientos, por tal razón muchos niños crecen con privaciones afectivas que luego repercutirán de forma negativa en su futuro. En este sentido, muchos padres no abrazan, besan o acarician a sus hijos varones por la errónea idea machista de que si lo hacen “será un chavalo débil o afeminado”, provocando la represión de los sentimientos y el distanciamiento de los hijos con su papá. Es así como se cierran las vías de la comunicación afectiva y la resolución de problemas mediante el diálogo, dando lugar a otras conductas perjudiciales como el aislamiento y, en el peor de los casos, la violencia verbal y física.
He tenido la oportunidad de conversar con muchas personas que nunca han visto llorar a sus padres o que nunca su papá les ha expresado verbalmente que los quiere y jamás han recibido un beso en la mejía por parte de ellos. De igual manera he conocido gente que fueron abandonados por su papá y nunca les han visto, estos son sólo algunos ejemplos de las consecuencias del machismo.
Muchos hombres sienten la presión social de iniciar su vida sexual aún siendo adolescentes sólo por “probar su hombría” ante su padre, un grupo de amigos y demás familiares, sin meditar las consecuencias que esto pueda tener, permitiendo que estas personas violenten su derecho a decidir con quién, cuándo y dónde, empezar a disfrutar de su sexualidad con responsabilidad.
Los roles de género intrínsecamente designados por un pensamiento machista debemos de sacarlos lo más pronto posible de nuestras vidas, pues no nos permiten que nuestra sociedad avance. El machismo ha condenado a muchas mujeres a una vida de esclava al lado de un hombre que por temor a expresar sus sentimientos a través del diálogo, las ha maltratado física y verbalmente de por vida.
Las mentalidades que reducen el rol masculino a actividades en las que no se desarrolla el espíritu, los sentimientos y la calidad humana, están a años luz del desarrollo cultural y humano, y son quienes no permiten que una nación avance, pues tanto hombres como mujeres, tenemos la capacidad de dar y recibir afecto.
FUENTE: elnuevodiario.com.ni
¿Cuántas veces hemos escuchado estas palabras? Creo que han formado parte de la filosofía de muchas familias nicaragüenses a lo largo de los tiempos, son la muestra de la herencia de una cultura patriarcal de la cual hay que despojarnos para poder crecer como verdaderos seres humanos, porque considero que, a pesar de muchas consecuencias no hemos comprendido el enorme impacto o grado de afectación que puede llegar a tener esta educación machista y discriminatoria sobre mujeres y hombres.
Uno de los grandes problemas es el desaliento a una paternidad responsable, de modo que muchos hombres desde niños recibimos este tipo de educación machista en los distintos espacios de socialización, tanto en la escuela como en nuestros hogares, pues a los niños no se les permite jugar al rol de padres, mientras que a las mujeres se les estimula desde niñas que sean madres y principales responsables de los hijos a través del juego con muñecos.
Mientras a los niños se les obsequia pistolitas de juguete y se les prohíbe jugar a padres, a las niñas les abundan los juguetes relacionados con la maternidad; de esta manera, a los hombres se nos aleja de nuestra capacidad de expresión afectiva y de nuestros deberes familiares, impactando directamente en la unidad familiar y las relaciones de pareja, padre-hijo y padre-hija.
Desde la concepción patriarcal los hombres nunca deben mostrar sus sentimientos, por tal razón muchos niños crecen con privaciones afectivas que luego repercutirán de forma negativa en su futuro. En este sentido, muchos padres no abrazan, besan o acarician a sus hijos varones por la errónea idea machista de que si lo hacen “será un chavalo débil o afeminado”, provocando la represión de los sentimientos y el distanciamiento de los hijos con su papá. Es así como se cierran las vías de la comunicación afectiva y la resolución de problemas mediante el diálogo, dando lugar a otras conductas perjudiciales como el aislamiento y, en el peor de los casos, la violencia verbal y física.
He tenido la oportunidad de conversar con muchas personas que nunca han visto llorar a sus padres o que nunca su papá les ha expresado verbalmente que los quiere y jamás han recibido un beso en la mejía por parte de ellos. De igual manera he conocido gente que fueron abandonados por su papá y nunca les han visto, estos son sólo algunos ejemplos de las consecuencias del machismo.
Muchos hombres sienten la presión social de iniciar su vida sexual aún siendo adolescentes sólo por “probar su hombría” ante su padre, un grupo de amigos y demás familiares, sin meditar las consecuencias que esto pueda tener, permitiendo que estas personas violenten su derecho a decidir con quién, cuándo y dónde, empezar a disfrutar de su sexualidad con responsabilidad.
Los roles de género intrínsecamente designados por un pensamiento machista debemos de sacarlos lo más pronto posible de nuestras vidas, pues no nos permiten que nuestra sociedad avance. El machismo ha condenado a muchas mujeres a una vida de esclava al lado de un hombre que por temor a expresar sus sentimientos a través del diálogo, las ha maltratado física y verbalmente de por vida.
Las mentalidades que reducen el rol masculino a actividades en las que no se desarrolla el espíritu, los sentimientos y la calidad humana, están a años luz del desarrollo cultural y humano, y son quienes no permiten que una nación avance, pues tanto hombres como mujeres, tenemos la capacidad de dar y recibir afecto.
FUENTE: elnuevodiario.com.ni
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