Por la propia naturaleza de la profesión, tenemos que decir que antes que otra cosa, siempre seguimos un camino de preguntas, antes de aceptar cualquier afirmación o explicacion a los fenómenos humanos de los que somos testigos, y esto es lo que nos lleva a poner de nuevo en la mesa este tema.
El termino índigo, es algo que nos lleva a pensar en mil cosas diferentes a la Psicología y es allí precisamente, dónde esta el objetivo de esta entrada, ya que al no tener un punto de partida, pues esta cerca de todo lo demás, que obviamente resulta ser infinito, y lo que menos queremos como seres humanos, es tener cosas irreales como algo verdadero.
Este tema seguirá dando muchode que hablar, así que acá les dejo un artículo que me pareció muy interesante y que de manera sencilla y efectiva nos da una explicación de esta creencia de la gente.
Espero verlos de nuevo por acá en este espacio.
Niños índigo:
¿espiritualidad o racismo energético?
por F. Fernando Ruiz-Torres
Cierta persona del medio esotérico de la Ciudad de México, allá por el año 2003, hizo un ‘análisis’ de aura y otras pruebas a un niño de aproximadamente nueve años de edad. La mamá -mujer humilde- y él, esperaban ansiosos el dictamen. Luego de unos minutos de espera, la experta sentenció con frialdad: ‘Lo siento señora, su hijo no es un niño índigo’. El rostro del niño evidenció que había recibido la noticia con gran pesar, la madre lo miró un tanto desilusionada, pagó el ‘estudio’ y sin decir nada más que dos o tres palabras, salió del lugar.
Hace tiempo se pensaba que los seres humanos estábamos divididos por razas. Ahora esto es anacrónico, de acuerdo a los recientes descubrimientos genéticos se sabe que somos una sola raza, el color de la piel nada tiene que ver con el viejo concepto de la diferencia racial. Así es que si la ciencia ha abolido la diferencia racial y las luchas sociales han logrado cierta igualdad de derechos, el ego colectivo (encarnado en Tappe, Carroll y Tober) ha inventado una manera novedosa para otorgar privilegios y marcar diferencias de superioridad, o insinuar la inferioridad, de un(a) niño(a) con respecto de otro(a): el color predominante en el aura (añil o azulado), que denotaría superioridad mental y espiritual.
Conozco a un matrimonio en California que tiene dos hijas, una de ellas –me dicen- es ‘índigo’, la otra es ‘normal’. La índigo va a una escuela especial para niños índigo y sus padres la tratan bajo el código índigo: seguridad y respeto, no violencia, amor y verdad. Y como la otra es ‘normal’, entonces el trato para ella es… ‘normal’. Además, la índigo tiene unas maneras despectivas, humillantes, hacia su hermana ‘normal’, los padres lo permiten y justifican porque entre otras los ‘índigo’ –afirma la teoría- llegan al mundo sintiéndose reyes y se comportan como tales; parecen ser antisociales, a menos que se encuentren con personas como ellos.
Esta arrogancia permitida y el hacerlos cómplices de nuestros sueños de tener un niño genio o especial (secreto de muchos mamás y papás), puede ser muy delicado para su sano desarrollo psíquico. En todo niño, sin excepción, es incluso necesario hacerles sentir que son maravillosos, capaces de lograr grandes cosas y, en cierto sentido, especiales, pero jamás, por ningún motivo, enseñarles que son superiores a otro semejante. Los conflictos que llegan a desarrollar por su precoz prepotencia, por las presiones, expectativas y frustraciones por parte de sus padres son, créanme, devastadores.
Un segundo tema es que los ‘índigo’, según esa versión, suelen ser hiperactivos y de poca concentración especialmente escolar. Así, un analista esotérico poco versado en la ciencia del comportamiento infantil, al detectar estos síntomas, puede que determine que se trata de un ‘índigo’ cuando en realidad el menor pudiera padecer un síndrome llamado Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) que se presenta con frecuencia en los niños, cuyas causas pueden ser diversas, y su identificación y tratamiento oportunos pueden prevenir muchos de los problemas asociados con este síndrome.
Una confusión en este sentido, o peor, dejarse llevar por el criterio ‘índigo’ de que es así porque no se adapta al mundo convencional por su ‘linaje extraterrestre’ es de consecuencias para el niño. Aclaro que este artículo no es para promover a los grandes laboratorios farmacéuticos que han puesto los ojos en un mercado sensible lo que les ha generado ya jugosos dividendos, personalmente estoy en desacuerdo con que el tratamiento de TDAH –salvo en casos severos- sea con uso de cafeína, nicotina o fármacos psicoestimulantes (especialmente la controvertida ritalina). Hay tratamientos psicoanalíticos alternativos, serios, con muy buenos resultados. Nuevas marcas medicamentosas que ofrecen milagros (sin decir nada sobre los efectos secundarios) se están colando peligrosamente en las escuelas, lo mismo sucede con la promoción y la explotación comercial del llamado fenómeno índigo.
Tampoco pretendo anteponer la ciencia racional sobre la ciencia intuitiva, ambas tienen mucho que aportar a la humanidad. Y si bien los partidarios de una corriente excluyen a la otra, creo que ambas tendrán, alguna vez, que trabajar juntas. La lectura del aura con aparatos sensibles de medición de energía que envuelve a los organismos vivos es todavía polémica igualmente su interpretación; además ésta se sustenta en un código de colores cuya lectura es bastante simplista. Una tonalidad, al igual que un sueño, puede dar lugar a varias interpretaciones y aún más, lo que pudiera traducirse como sano y espiritual pudiera ser el aviso de un síntoma. El aura es la representación no solamente del estado emocional y ‘espiritual’, también lo es de la función de los órganos internos y es el cerebro (por el poder de la imaginación y el pensamiento) el que pareciera predominar en la emanación de tonalidades. Un aura de tonalidad azul o añil no necesariamente indica algún grado de ‘superioridad’, pudiera ser que esté dando una señal distinta. En una tomografía, por ejemplo, de un cerebro sin trastorno del déficit de atención con hiperactividad, imperarían los colores rosado intenso y el naranja en tanto que en un cerebro con TDAH el azul y el índigo.
No discuto si el color azul en el aura nos indica que el niño es sensible, cariñoso, intuitivo, emocional y que la tonalidad añil nos diga que es artista, sensible, espiritual. En mi experiencia profesional he encontrado esta constante en todos los niños (salvo muy raras excepciones). No es preciso hacer estudios de aura para encontrar en cada nuevo ser que llena de luz a nuestro planeta con su sola presencia el hálito espiritual divino, el milagro de la creación. Corresponde a ti como mamá, como papá, conservar esta llama: predicar con el ejemplo, enseñarle los más elevados valores espirituales, dedicarte a su formación interior, artística, física e intelectual cada día de tu vida, protegerlo de la andanada de estupideces mediáticas y de la manipulación mental de las nuevas tecnologías, hacerlo(a) sentir amado(a), único(a), irrepetible, pero hacerle saber que todo en el mundo es así.
Enséñale a respetar a sus semejantes, a la naturaleza, muéstrale la sencillez y la compasión, que te vea orar o meditar, que encuentre en ti el espejo de la tolerancia y la armonía. Enséñale a reír, reaprende a jugar, muéstrale la magia de los amaneceres y los atardeceres y, a su ritmo, el sentido de la responsabilidad y la disciplina. No es una fotografía de la más sofisticada cámara kirlian la que va a decidir si tu hijo(a) es ‘especial’ por cierto tono en su campo biomagnético, no tiene una máquina la opinión definitiva; la tiene, lo sabes, tu propio corazón.
FUENTE: personarte.com
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