Será muy difícil para los padres comprender el instante dónde los chicos quieren salir, sin que signifique quererse ir del hogar, y esto causará muchas emociones encontradas, siendo que este proceso también es parte del desarrollo del adolescente, y de esto dependerá también su futuro.
Espero que les ayude este artículo y pueda contribuir a que ese instante de los famosos permisos, no sea una batalla entre hijos y padres, sino un momento más en la vida de ambos.
Mamá, papá, ¿me dan permiso?
Si bien es cierto, la adolescencia implica un cambio y nuevos procesos en las relaciones afectivas, en la sexualidad y con uno mismo, también es cierto que esta etapa pasa a ser la continuidad de lo sembrado en la infancia.Muchos padres ven ahora en sus hijos el despertar de una patología psiquiátrica o conductas que les resultan inmanejables, pero si revisaran la historia del adolescente lograrán darse cuenta que esto no es algo del momento sino que se venía gestando desde antes. Y es que los diálogos, los límites y la posibilidad de construir vínculos de amor, se construyen desde los inicios de la vida.
Muchos padres quieren seguir manteniendo un rol supervisor y vigilante estableciendo verdaderas luchas de poder con sus hijos, lo cual los llevará inevitablemente a un enfrentamiento que por lo general lo pierden.
Una de las primeras cosas que debemos reconocer es cómo hemos crecido con nuestros hijos en la capacidad de escucharlos y de que ellos nos escuchen. Si esta base está bien sembrada, habrán conflictos pero habrán soluciones.
Por otro lado, lo primero que deben hacer los papás es abandonar la idea de que tienen control sobre sus hijos. Si no han desarrollado confianza, liderazgo y orientación, los chicos no respetarán los permisos que se les den. Para los padres, esto representa hacer una mirada interior y un ajuste en la manera como se relaciona con el adolescente. El joven cuenta ahora con una nueva habilidad para comunicarse en un nivel más complejo, lo que permite una conversación más profunda con sus padres. Esto lleva a que la relación entre ellos cambie, aunque requiere la misma autodisciplina, cariño, esfuerzo y -sobre todo- respeto profundo que cualquier relación de amor.
El “mismo respeto que cualquier relación de amor” no quiere decir que deban pretender estar de acuerdo con sus ideas o planes sino que los conflictos y las dificultades se deben abordar con la misma consideración por la dignidad y autonomía de la otra persona.
Los permisos y la aceptación de los mismos son una medida de amor, de aceptación del otro y para ello deben existir algunos criterios:
- Los permisos no deberían ser únicamente medios de castigo o premio.
- Los permisos deberían estar en relación a la capacidad de auto cuidado que el joven va adquiriendo.
- Debemos ir soltando a los chicos para que puedan manejarse en libertad.
Tener la capacidad para hablar con nuestros hijos es fácil, pero escucharlos en sus demandas de libertad y de confianza no lo es tanto. Por lo general, o nos asustamos y pensamos que no están preparados o minamos su autoestima haciéndolos sentir que no son dignos de tal o cual permiso.
Esto nos hace tener un control temporal sobre ellos pero finalmente, cuando crezcan un poco más harán lo que ellos quieran.
FUENTE: radio.rpp.com.pe
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